Hace ya un año AMC estrenó una serie basada en hechos reales
que pretendía incidir en los capítulos desaparecidos de la historia con un
claro objetivo de mostrar su vertiente más oscura, como su título reza, la del
Terror.
De momento vamos por 2 temporadas y la verdad es que la
forma de explicar estos capítulos negros de la historia nos dejan con ganas de
más.
La primera temporada The Terror está basada en la novela del
mismo nombre de Dan Simmons, en la que se narraba la malograda (y desaparecida)
expedición del paso del noroeste o
expedición perdida de Franklin. Una expedición ocurrida en septiembre de
1847, donde dos barcos de la Armada británica (HMS Erebus y el HMS Terror), bajo el mando de sir John Franklin, van a la búsqueda del paso del Noroeste. Pero
algo ocurre, y es que, en las cercanías de la isla del Rey Guillermo quedan
atrapados en el hielo del Ártico.
Las condiciones de supervivencia eran extremas, con
temperaturas que superan los cincuenta grados bajo cero (muertes por
hipotermia), provisiones de comida escasas, el deterioro de los barcos o la
llegada de enfermedades (escorbuto, envenenamiento por plomo, tuberculosis,
neumonías), motines y canibalismo. A
esto se añade la extraña presencia de una criatura bestial y misteriosa que provoca que
la tripulación crea que se enfrenta a fuerzas sobrenaturales. Una criatura misteriosa,
fruto de alucinaciones causadas por estas enfermedades, o por las enfermedades
del alma, que seguro mermaron los ánimos y las fuerzas de los tripulantes. Tal
vez, simplemente una criatura bestial que vivía en su hábitat como un
depredador más. Finalmente Franklin y
sus 128 hombres perecieron.
The Terror nos muestra durante 10 episodios las penurias de
los tripulantes, fruto de la incertidumbre de los mismos, y las acciones a las
que son capaces de llevar a cabo para sobrevivir en condiciones tan extremas.
Todo esto en un espacio muy reducido y en un paisaje estéril del que no se
puede escapar. Nada nos distrae de todas las artimañas, de las decisiones o
indecisiones y sobre todo del dolor. Incluso parece que el frío se cuele por
las pantallas. Es aquí donde radica la desesperación, también para el
espectador, que inunda además toda la atmósfera de la serie provocando que ésta
se antoje pesada y con un Storyline lento.
A lo largo de la
temporada descubrimos las bajas pasiones que inundarán a nuestros protagonistas
al estar confinados y amenazados por los desafíos que plantea esta malograda
expedición, pero también el terror ante un ataque desconocido y feroz, de esa
bestia a la que poco se ve pero provoca un desconcierto asfixiante en cuanto se
intuye su presencia en pantalla.
De igual manera y haciendo gala de la misma tensión, se
forma la segunda temporada ambientada en la segunda guerra Mundial y más
concretamente en la horquilla de tiempo desde
los ataques de Pearl Harbor hasta la destrucción de las bombas de Hiroshima y
Nagasaki.
La acción azota a una de las tantas familias de linaje japonés
y residentes en América que son arrastradas por las consecuencias y las
tensiones políticas a dejar su vida “pacífica” en la llamada Terminal Island,
pasando por cuadras en un hipódromo y definitivamente, campos de concentración.
Por si la situación de terror no es suficiente remarcable, otro tipo de terror
acecha en las sombras. Y es que, Chester (nuestro protagonista), arrastra a un
Yurei (o también bakemono) allí donde va él, y por ende, su comunidad.
Este Yurei o mejor dicho, Yuko Tanabe, sembrará el terror
entre ceremonias del té y barracones, sorteando a soldados americanos y la
dificultad de posesión de cuerpos. Resulta sorprendente la historia de Yuko que,
a veces parece ser más un culebrón venezolano que una historia de venganza. Una
historia que se desgrana sobre todo en los últimos episodios de la miniserie. Y
es que bien está lo que se dice de estas series de The Terror; “es de las
series en donde te van descubriendo cosas en cada capítulo pero con la proeza
de que no puedes completar la “fotografía”
final hasta el último”.
Con esta sinopsis, tal parece entonces, que el atormentar a Chester y a todo su círculo, parece ser de un trasfondo más complicado y lioso que lo que se puede intuir en los primeros capítulos. Por lo tanto, una de las cosas más remarcables es que la trama no es predecible, pero tampoco es ligera; demasiadas conclusiones, demasiados misterios que sólo se revelan un poco atropelladamente al final, como decíamos. Y puede que todo encaje, puede que algunas cosas no convenzan, pero desde luego, han sabido captar el lamento desgarrador de una hermosa y aterradora Yurei, que nos deja momentos perturbadores envueltos en la contención de su kimono.
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