Bateria de relatos por Christma's Eve. Parte III


Tercera Parte
 
"Torrance Gerald III era un niño mimado. Era rico porque sus padres eran ricos, y a la vez, éstos lo eran porque sus padres lo fueron. Torrance venía de una estirpe millonaria.

Como buen hijo único se convirtió en un pequeño dictador caprichoso. Todo lo que Torrance deseaba, era satisfecho al instante por sus progenitores. Es así como pasó de ser un mocoso impertinente a un joven manipulador.

Torrance tenía también sus hobbies, los que cambiaba muy frecuentemente. Tenía nada y todo al mismo tiempo; lo que anhelaba con desespero durante días hasta conseguirlo, lo despreciaba a la semana siguiente. Pero había una afición que mantenía y practicaba religiosamente; la tortura. Desde sus primeros pasos, Torrance torturaba y mataba a los pequeños ratones de campo que se colaban en los jardines de la mansión. A eso, le siguieron episodios de escándalo sexual silenciados a menudo por su familia, aunque era por todos conocido que Torrance tenía sus gustos macabros.

A su edad de 23 años, descubrió un entretenimiento todavía más oscuro pero que elegantemente conjugaba los dos anteriores. Cada mes, Torrance organizaba reuniones de élite donde abundaban alcohol y mujeres (chicas jóvenes recién llegadas a la ciudad, la mayoría actrices de series B o cantantes amateurs*). Básicamente, a Torrance le gustaba organizar orgías a imagen y semejanza de las romanas bacanales.

Todas las chicas que acudían a la fiesta, lo hacían con la esperanza de contactar con gente de la élite que les pudiera ascender a un mundo de lujos y de fama. Lo que se encontraban era bastante distinto.

Torrance siempre estaba rodeado de mujeres pero siempre elegía a las mejores, según sus gustos, para llevarlas a su mundo oculto de perversión. Nuestro niño mimado tenía un don engatusando a sus víctimas con falsas promesas para luego llevarlas a la práctica de un sexo duro filmado. A Torrance le gustaban las snuff movies**.

En una de sus bacanales apareció ella. Había llegado ahí por recomendación de su representante, el italiano Genovetti Carmenni.

“Si volete essere alguien in questo mundo tienes que presentarte a esta fiesta.  Molta gente importante. He parlato con mio amigo Torrance molto bene de ti. No me defraudes y se buona bambina. Haz lo que él te pida, si le piaces, te puede ayudar y te convertirá en estrella.”- le había dicho.

En su primer encuentro, Torrance fue un perfecto caballero con Barbie. Se notaba en su mirada que la deseaba más que a ninguna otra. Y su relación se extendió más de 2 semanas, más que cualquier otro juguetito (cómo las llamaba). Posiblemente era porque Barbie se había adaptado a sus prácticas duras, sospechaba que las disfrutaba y las aceptaba a cambio de unas pocas joyas, vestidos y un poco de dinero para pagar el alquiler: no era muy “cara”. Sólo era una puta de lujo a la que merecía la pena mantener, ya que se había adaptado perfectamente a sus anhelos más oscuros.

Así es como Barbie cambió su mundo. Así es como Barbie se convirtió en la mejor del sector. Así es como Barbie, y tal vez a manos de Torrance, murió.


Pero Torrance poca cosa tenía que contar de aquello, puesto que ahora yacía en la bañera de su 13º baño de la mansión Gerald. Llevaba puesta una máscara veneciana bauta escrita con una caligrafía excelente: “Donde termina el arco iris?***”

Le habían cortado la lengua y la sangre ya estaba seca a lo largo de su mandíbula. El resto que llenaba la bañera era de sus desgarrados genitales. Sus manos a los lados sostenían varios objetos. En la izquierda la pluma con la que se había escrito el mensaje, como si fuera Marat****. En la de la derecha, una fotografía*****.

En ella, Torrance se encontraba en medio de una multitud celebrando una especie de reunión. Le flanqueaban, Rudolph Grinch, la rata de Buchard y un tal Carmenni (o eso decía el pie de foto), aparte de otros asistentes ricos a los que no conocía ni sabía poner nombre. Al fondo, muchas chicas vestidas de gala con sonrisas forzadas y ojerosas. Una captó el interés de Klauss. Era Diana Kerbury que relegada en el rincón de la foto, en un lugar oscuro, con cara de odio y con un aspecto demacrado, miraba con desprecio hacia el anfitrión.

En el dorso de la fotografía otro mensaje: “El diablo de la embriaguez se ha dignado a ceder el puesto al diablo de la ira******”. Bagerby’s. 7pm. 
Ese último mensaje era para Klauss."        

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