Dorayakis y el dulce arte de la dedicación

Mucho tiempo sin escribir y sin embargo, de vez en cuando, vuelve a despertarse la vena creativa y las ganas de contar algo a como de lugar. 

Esta vez, como otras, la excusa ha sido el Séptimo Arte... y es que, lo que vais a leer a continuación es mi crítica de la joya cinematográfica "AN".  


"Una pastelería en Tokio" (versión occidental del título) es una película japonesa basada en la obra literaria de Durian Sukegawa del mismo título y adaptada por la cineasta Naomi Kawase. 
Kawase San tiene una obsesion por poder atrapar los diferentes momentos de la vida y busca detener el tiempo, es por eso que sus obras se vertebran en torno a representaciones poéticas. Poesias que expresan el sentir y la historia de gente normal y/o marginadas; Esas que no se tratan en los grandes atlas de historia, pero que quizá són más esenciales para darle sentido a las cosas y a la sociedad.  

¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ATENCIÓN SINOPSIS!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡SYNOPSIS ALERT!!!!!!!!!!!

Sentaro adopta por necesidad y con cierta tristeza una tiendecita de Dorayakis artesanales, cuando de pronto una mujer anciana un tanto estrafalaria pero encantadora llamada Tokue se ofrece a trabajar para él. 
Al principio, el humor tosco de Sentaro rechaza a Tokue por su edad pero ésta le promete que su pasta de ANKO (la pasta de judías rojas del Dorayaki) es una delícia y que si puede dejarlo sin palabras, haga el favor de contratarla. 

... Si amigos, cómo ya sabéis, los pastissets de Doraemon eran Dorayakis... de pasta de Judías dulce...

Al día siguiente Tokue vuelve a aparecer ante Sentaro con el Anko preparado insistiendo una vez más a éste a que lo pruebe y la pueda contratar.
Sentaro al final aceptará y queda maravillado al probar la receta mágica de la vieja Tokue, convirtiéndola así en su nueva pinche de cocina pastelera.  


Es a partir de aquí, donde la historia de Sekugawa y Kawase nos relata con cierta melancolía y a paso tranquilo la delícia que supone la dedicación a realizar un trabajo, y casi diría pasión. Tokue insufla en el proceso de cocinar la pasta dulce una aura de arte y un amor por la elaboración artesanal que traspasa la pantalla y encandila. Y casi como un científico relata paso a paso la transformación de la judía. Todo enmarcado en una ciudad de Tokio rural; pues los espacios en los que se emplaza la película huyen del bullicio de la ciudad y se enmarcan en un paraje donde predominan los cerezos en flor (Sakura no Hon) y en la naturaleza.    

El objetivo de Kawase fue denunciar la discriminación sufrida por un sector de la población (si véis la película comprenderéis el porqué). "Una pastelería en Tokio" es un canto a la vida porque sólo el hecho de existir es algo ya maravilloso" -según nos dice Kawase; idea muy bien interpretada por la afable Tokue y su pasión por el trabajo de hacer la mejor pasta de judías rojas. 

Es un canto cinéfilo que evoca a la idea de que "Nunca es tarde para cumplir tus sueños" comó define la filosofía de Kawase y uno de los sueños de la cineasta es que dentro de mil años se vean sus películas. Quién sabe si dentro de mil años la historia a la que todos miraremos es a la de aquellas anónimas personas que hicieron una vida de significado a través de pequeñas grandes cosas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario