…
“Noël
se había despertado sin escuchar el sonido de Patrich, el loro; pero no le dio
mayor importancia y es que tenía un banquete importante a preparar. Calzó sus
botas, cogió un carromato y se dirigió a su particular “compra” de Navidad…
Grinch: -“Ya oigo como se acerca el
cruel Noël. Recordad el plan y cómo actuar. Todavía debemos esperar a la
comida, por eso ahora no debe de sospechar nada. Constance y su equipo se
encargaran de tener abierto el cercado, y en el momento adecuado, irrumpiremos
en el evento.”
Noël: -“ ¿Me esperabais hoy? …¡COMIDA! ¡JAJAJAJAJAJA!
No os he defraudado y he decidido venir.
Los duendes salieron en procesión del
almacén cargados con cajas de todos los tamaños que fueron organizando en el
carromato. Algunos de ellos también harían el viaje vestidos con ropa de gala
para servir y entretener a los invitados que esperaba Noël.
Luego llegó la peor parte y el cruel
viejo gordo tuvo que perseguir al pavo Fluki y se llevó a los patos Duff y Buck
y a las ocas Salma y Brama. En su resistencia sus compañeros les decían que
aguantaran y que pronto llegarían refuerzos, todo coronado con un ¡A por la
causa… Victoria!
El camino no era muy largo y pronto
llegaron a Villa Claws. Enseguida Noël se cambió de ropa, engalanándose con un
traje rojo y calzándose unas botas negras. Mientras, los duendes, nerviosos
disponían sus guirnaldas, sus adornos y sus pasteles por toda la Villa. Había
que hacer tiempo hasta el ataque, y hasta el momento todo tenía que hacerse
como s fuera un banquete más. Fluki, Duff, Buck, Salma y Brama sentían el calor
en sus plumas, ya que su destino era acabar en el horno,… aunque Grinch les
había prometido que los salvarían a tiempo.
Enseguida los invitados empezaron a
llegar y la música empezó a sonar. Había
mujeres viejas ataviadas con vestidos ostentosos y altamente decorados,
algunas incluso se parecían a los mismos pasteles que había en las mesas.
Hombres de traje e incluso con sombreros de copa. Por último niños malcriados e
impertinentes que decidían hacer servir a duendes como su diana particular.
Mientras tanto, Noël sacó los primeros
platos; en efecto eran los pobres Twennie, Pwennie y Tootsoot presentados en
tres grandes bandejas con manzanas en la boca. Los duendes tuvieron que
reprimirse para no saltar a la yugular del cruel viejo.
En la granja, Constance y
los caballos hicieron lo posible para romper la cerca. No fue un gran obstáculo
puesto que con la fuerza que ejercieron a la vez la puerta cedió a causa
también del óxido. Y todos se dispusieron a correr hacia Villa Claws…
Pero en Villa Claws algo ya iba mal. Los
comensales empezaron a quejarse de sus estómagos. Algo o varias cosas les
habían sentado mal… tal vez los pasteles a los cuales los habían elaborado con
ingredientes que no pasarían una inspección de sanidad (digámoslo así).
Varios niños empezaron a ser atacados por…
juguetes. Pareciera que habían cobrado vida y en vez de dulces osos de peluche
o muñequitas divertidas aparecieron murciélagos de madera que alzaron un vuelo diabólico
y cabezas de plástico insertados en seis patas metálicas corrían por todos
lados asustando a los presentes. También había dragones y serpientes que escupían
pequeñas dosis de spray pimienta.
Pronto Villa Claws estaba revolucionada
pero aún quedaba lo que venía por el horizonte. Empezó a haber una avalancha de
duendes, vacas, toros, gallinas, caballos y un par de renos que empezaron a entrar en “barrena” contra los
invitados. Las gallinas de Mildred (incluida) empezaron a atacar a las pelucas
de las mujeres, a arrancar sus joyas y picotearlas con violencia. Pronto se
añadieron patos y ocas al comité de bienvenida gallináceo. Constance y toda su cuadrilla de pesos
pesados destrozaban mesas y decoración con sus grandes pezuñas e hicieron huir
despavoridos a gran parte de los invitados.
Sólo quedaba enfrentarse a Noël que fue
capturado por los duendes que lo amarraron desnudo y lo dejaron frente a la
cascada, haciendo que soportara un frío terrible en calzoncillos et ¡Voilá! ¡¡¡Libres
al fin!!!!
No había demora ni para unas palabras al
cruel Noël que miraba todo la desolada Villa, ahora que todo estaba destrozado.
Y así fue como duendes y animales se fueron juntos hacía un lugar donde
anduvieran libres sin pesar. A lo que ayudó Rudolph, ya que de felicidad, su
nariz empezó a brillar con un rojo intenso y una nube de estrellas les envolvió
a todos transportando a los duendes a su colina natal de Nicolew y a los
animales al bosque de los alrededores donde corrieron libres, se alimentaron y
envejecieron hasta hacerse eternos. “
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