Corre para la cena de Navidad 3ª PARTE

This is the end... my lonely friend... the end

“Noël se había despertado sin escuchar el sonido de Patrich, el loro; pero no le dio mayor importancia y es que tenía un banquete importante a preparar. Calzó sus botas, cogió un carromato y se dirigió a su particular “compra” de Navidad… 
Grinch: -“Ya oigo como se acerca el cruel Noël. Recordad el plan y cómo actuar. Todavía debemos esperar a la comida, por eso ahora no debe de sospechar nada. Constance y su equipo se encargaran de tener abierto el cercado, y en el momento adecuado, irrumpiremos en el evento.” 
Noël: -“ ¿Me esperabais hoy? …¡COMIDA! ¡JAJAJAJAJAJA! No os he defraudado y he decidido venir. 


Los duendes salieron en procesión del almacén cargados con cajas de todos los tamaños que fueron organizando en el carromato. Algunos de ellos también harían el viaje vestidos con ropa de gala para servir y entretener a los invitados que esperaba Noël.

Luego llegó la peor parte y el cruel viejo gordo tuvo que perseguir al pavo Fluki y se llevó a los patos Duff y Buck y a las ocas Salma y Brama. En su resistencia sus compañeros les decían que aguantaran y que pronto llegarían refuerzos, todo coronado con un ¡A por la causa… Victoria!

El camino no era muy largo y pronto llegaron a Villa Claws. Enseguida Noël se cambió de ropa, engalanándose con un traje rojo y calzándose unas botas negras. Mientras, los duendes, nerviosos disponían sus guirnaldas, sus adornos y sus pasteles por toda la Villa. Había que hacer tiempo hasta el ataque, y hasta el momento todo tenía que hacerse como s fuera un banquete más. Fluki, Duff, Buck, Salma y Brama sentían el calor en sus plumas, ya que su destino era acabar en el horno,… aunque Grinch les había prometido que los salvarían a tiempo.

Enseguida los invitados empezaron a llegar y la música empezó a sonar. Había  mujeres viejas ataviadas con vestidos ostentosos y altamente decorados, algunas incluso se parecían a los mismos pasteles que había en las mesas. Hombres de traje e incluso con sombreros de copa. Por último niños malcriados e impertinentes que decidían hacer servir a duendes como su diana particular.  


Mientras tanto, Noël sacó los primeros platos; en efecto eran los pobres Twennie, Pwennie y Tootsoot presentados en tres grandes bandejas con manzanas en la boca. Los duendes tuvieron que reprimirse para no saltar a la yugular del cruel viejo.

En la granja, Constance y los caballos hicieron lo posible para romper la cerca. No fue un gran obstáculo puesto que con la fuerza que ejercieron a la vez la puerta cedió a causa también del óxido. Y todos se dispusieron a correr hacia Villa Claws…
Pero en Villa Claws algo ya iba mal. Los comensales empezaron a quejarse de sus estómagos. Algo o varias cosas les habían sentado mal… tal vez los pasteles a los cuales los habían elaborado con ingredientes que no pasarían una inspección de sanidad (digámoslo así).

Varios niños empezaron a ser atacados por… juguetes. Pareciera que habían cobrado vida y en vez de dulces osos de peluche o muñequitas divertidas aparecieron murciélagos de madera que alzaron un vuelo diabólico y cabezas de plástico insertados en seis patas metálicas corrían por todos lados asustando a los presentes. También había dragones y serpientes que escupían pequeñas dosis de spray pimienta.


Pronto Villa Claws estaba revolucionada pero aún quedaba lo que venía por el horizonte. Empezó a haber una avalancha de duendes, vacas, toros, gallinas, caballos y un par de renos  que empezaron a entrar en “barrena” contra los invitados. Las gallinas de Mildred (incluida) empezaron a atacar a las pelucas de las mujeres, a arrancar sus joyas y picotearlas con violencia. Pronto se añadieron patos y ocas al comité de bienvenida gallináceo. Constance y toda su cuadrilla de pesos pesados destrozaban mesas y decoración con sus grandes pezuñas e hicieron huir despavoridos a gran parte de los invitados.
Sólo quedaba enfrentarse a Noël que fue capturado por los duendes que lo amarraron desnudo y lo dejaron frente a la cascada, haciendo que soportara un frío terrible en calzoncillos et ¡Voilá! ¡¡¡Libres al fin!!!!



No había demora ni para unas palabras al cruel Noël que miraba todo la desolada Villa, ahora que todo estaba destrozado. Y así fue como duendes y animales se fueron juntos hacía un lugar donde anduvieran libres sin pesar. A lo que ayudó Rudolph, ya que de felicidad, su nariz empezó a brillar con un rojo intenso y una nube de estrellas les envolvió a todos transportando a los duendes a su colina natal de Nicolew y a los animales al bosque de los alrededores donde corrieron libres, se alimentaron y envejecieron hasta hacerse eternos. “



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