Sant Jordi 2019 en dos cartas

Querido guerrero Jordi,
                                  
Me enfrento a un cruel destino.
En un tiempo escaso me desposan con un príncipe de tierras lejanas al que llaman “Dragón”. Un ser iracundo y temido, desleal y tosco.
Sin duda, este hecho hace que caiga en la desesperanza.

En este instante, abrazo con fuerza esta soledad, por largo tiempo despreciada, que me golpea desde tu partida. Una jaula de oro en la que sólo puedo empuñar sus barrotes hasta que la vejez y la costumbre los acepten. La misma jaula que se ha convertido en mi aliada ante la realidad de una inminente vida atada a una persona a la que no amo, ni amaré jamás. Pues aunque ésta me ahogue, también en ella puedo encontrarte en mis sueños en los cuales vivimos las aventuras más bellas que jamás hayan sido narradas.

Bien sabes, mi dulce guerrero, que mi corazón te pertenece desde el día en que nuestras miradas se cruzaron en la coronación de mi hermano, después de la pérdida de Padre. Mi admiración por ti se convirtió en un amor puro como el agua de un manantial y ahora ruge tan feroz como el león de Sir Yvain ante una batalla.

Yo te amo, Jordi. Pero con esta realidad de no tenerte y de saber que quizá mi amor no es correspondido, acaba mi vida. Ya sólo resuena ese horrible redoble de campanas en el altar envuelto en un aire mortecino. Ése mismo que sólo sería celestial si al fin fueras tú mi príncipe, mi compañero, mi esposo y mi amante. 

Si tan sólo escuchará de ti esas palabras de amor tanto soñadas…
Te pido que vuelvas antes de mi partida a este mundo sombrío. Sólo con una última visita me conformaría… Una sola, a esta princesa moribunda.

Te amo

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Amada princesa,

No soporto ser la razón de tu desdicha.
Maldigo mi ignorancia, y a no ser por ella, no me habría adentrado en estas tierras oscuras en busca de mi honor, el cual ya había abandonado cuando me aparté de tu lado. Busqué gestas más allá de los dominios conocidos para volver y ser digno de tu mano. Y sin embargo, soy indigno por no estar presente a defender el amor que nos profesamos. Pues no tengas duda, mi bella princesa, yo he sido tu guerrero y mi corazón tu escudo desde aquel primer día. 

La noticia de vuestro enlace se extiende entre todos los dominios y con gran júbilo es por todos celebrada, ya que, junto con los votos del matrimonio se firmarán las nuevas leyes que sellarán la paz, ansiada por el difunto Rey. ¿Pero a qué precio? No puede más que causarme un desánimo en mi corazón, que se extiende como el veneno, y un desaliento en el alma, el ver cómo te apartan de mi lado.

Mi destino está ligado al tuyo, ahora lo sé más que nunca. Y sería un acto cobarde no abrazarlo, aunque las consecuencias sean la muerte.
Te quiero conmigo, Violant.

Es bien sabido que el matrimonio se formalizará en unos pocos días, pero te pido que aún albergues una esperanza, pues pretendo llegar al palacio a tiempo de enfrentarme al Dragón y derrotarlo con la fuerza de una manada de lobos.

Quédate con este humilde guerrero, Violant.
Y si finalmente soy yo el que derrama sangre, sólo regada con tus lágrimas, brotarán las flores más hermosas en honor al amor que te tengo. La lucha no será en vano si me concedes tu afecto.

Voy hacía ti princesa. Cabalgo veloz a tus brazos, mi amor. Espérame.

Te amo 


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