Querido
guerrero Jordi,
Me enfrento a
un cruel destino.
En un tiempo
escaso me desposan con un príncipe de tierras lejanas al que llaman “Dragón”. Un
ser iracundo y temido, desleal y tosco.
Sin duda, este
hecho hace que caiga en la desesperanza.
En este
instante, abrazo con fuerza esta soledad, por largo tiempo despreciada, que me
golpea desde tu partida. Una jaula de oro en la que sólo puedo empuñar sus
barrotes hasta que la vejez y la costumbre los acepten. La misma jaula que se
ha convertido en mi aliada ante la realidad de una inminente vida atada a una
persona a la que no amo, ni amaré jamás. Pues aunque ésta me ahogue, también en
ella puedo encontrarte en mis sueños en los cuales vivimos las aventuras más
bellas que jamás hayan sido narradas.
Bien sabes, mi
dulce guerrero, que mi corazón te pertenece desde el día en que nuestras
miradas se cruzaron en la coronación de mi hermano, después de la pérdida de Padre.
Mi admiración por ti se convirtió en un amor puro como el agua de un manantial
y ahora ruge tan feroz como el león de Sir Yvain ante una batalla.
Yo te amo, Jordi.
Pero con esta realidad de no tenerte y de saber que quizá mi amor no es
correspondido, acaba mi vida. Ya sólo resuena ese horrible redoble de campanas
en el altar envuelto en un aire mortecino. Ése mismo que sólo sería celestial
si al fin fueras tú mi príncipe, mi compañero, mi esposo y mi amante.
Si tan sólo
escuchará de ti esas palabras de amor tanto soñadas…
Te pido que
vuelvas antes de mi partida a este mundo sombrío. Sólo con una última visita me
conformaría… Una sola, a esta princesa moribunda.
Te amo
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Amada princesa,
No soporto ser
la razón de tu desdicha.
Maldigo mi
ignorancia, y a no ser por ella, no me habría adentrado en estas tierras
oscuras en busca de mi honor, el cual ya había abandonado cuando me aparté de
tu lado. Busqué gestas más allá de los dominios conocidos para volver y ser
digno de tu mano. Y sin embargo, soy indigno por no estar presente a defender
el amor que nos profesamos. Pues no tengas duda, mi bella princesa, yo he sido
tu guerrero y mi corazón tu escudo desde aquel primer día.
La noticia de
vuestro enlace se extiende entre todos los dominios y con gran júbilo es por
todos celebrada, ya que, junto con los votos del matrimonio se firmarán las
nuevas leyes que sellarán la paz, ansiada por el difunto Rey. ¿Pero a qué
precio? No puede más que causarme un desánimo en mi corazón, que se extiende
como el veneno, y un desaliento en el alma, el ver cómo te apartan de mi lado.
Mi destino está
ligado al tuyo, ahora lo sé más que nunca. Y sería un acto cobarde no abrazarlo,
aunque las consecuencias sean la muerte.
Te quiero
conmigo, Violant.
Es bien sabido
que el matrimonio se formalizará en unos pocos días, pero te pido que aún
albergues una esperanza, pues pretendo llegar al palacio a tiempo de
enfrentarme al Dragón y derrotarlo con la fuerza de una manada de lobos.
Quédate con
este humilde guerrero, Violant.
Y si finalmente
soy yo el que derrama sangre, sólo regada con tus lágrimas, brotarán las flores
más hermosas en honor al amor que te tengo. La lucha no será en vano si me
concedes tu afecto.
Voy hacía ti
princesa. Cabalgo veloz a tus brazos, mi amor. Espérame.
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